fbpx
Seleccionar página

Ser competitivo es algo intrínseco al ser humano. Todas las personas, en distinta medida e intensidad, compiten a diario por sobresalir frente a otros, por alcanzar una meta u objetivo o por surgir y llegar más lejos. No obstante, esta condición se exacerba aún más en el ámbito laboral, en donde muchos profesionales se esfuerzan por destacar entre sus compañeros  y, en ocasiones, transformarse en líderes naturales dentro de su organización.

 

En los equipos de trabajo la competitividad puede llegar a ser muy positiva, puesto que insta a los profesionales a mejorar continuamente, a mantener un ritmo, un alto punto de referencia . A través de ella, las personas buscan superarse a sí mismas y a sus compañeros y, de esta forma, promover un ambiente de búsqueda de excelencia y resultados.

 

Tener un compañero altamente competitivo no debiera afectar el trabajo de otros, sino incentivarlos a mejorar continuamente para su satisfacción personal. Por tanto, en un contexto de competitividad sana, es recomendable rodearse de profesionales mejores, distintos y más competitivos que uno mismo. De esta forma, la competitividad sólo puede ser positiva, aportando valor al   profesional, tanto en su trabajo actual, como en el futuro.

 

Esta competitividad puede ser bien aprendida con formación específica adaptada a las necesidades del alumno, un Máster de Liderazgo y Habilidades Directivas como el que ofrece la Escuela Superior GADE puede ayudar a conseguir este objetivo.

 

Las principales ventajas de que las empresas cuenten con empleados competitivos es que se aseguran los mejores perfiles desde el punto de vista de focalización al resultado, tienen crecimiento sostenido, eficacia en la obtención de resultados, eficiencia en el uso de los recursos y las individualidades se usan en favor de la organización.

 

Hacia un objetivo común

Así como la competitividad en el interior de las organizaciones puede ser muy positiva, en ocasiones, también puede darse una competitividad negativa, en la que una persona puede llevar a sus compañeros de equipo, al proyecto para el que trabaja e incluso a la empresa con a un mal ambiente laboral.

En ese sentido, se afirma que las principales desventajas de esta condición, se relacionan con que «la organización no avanza en la búsqueda de sus objetivos globales; aunque el crecimiento es sostenido, no necesariamente es sostenible, y las individualidades no se transfieren como ventaja a la organización».

 

Para revertir esta situación los expertos sugieren que los líderes empresariales redirijan la energía competitiva hacia objetivos en común, para que los miembros del equipo trabajen en pos del proyecto. Añade que una buena estrategia, por ejemplo, sería transformar al competidor en un colaborador mediante el reconocimiento de sus logros y habilidades.