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Hablemos de creatividad, Platón diferenciaba dos mundos, el visible o sensible y el de las ideas.

Este segundo es un mundo más abstracto, místico y perfecto, solo alcanzable a través de la razón. Este concepto de la idea no ha cambiado mucho desde entonces.

Las personas creativas con capacidades para llevar a cabo proyectos entrenan sus mentes para poder desarrollar esas ideas. Nuestro cerebro está en constante aprendizaje y nunca deja de crear nuevas conexiones neuronales.

Por ello, es muy importante un buen sistema de entrenamiento para poder agilizar la mente y desarrollar pensamientos más creativos y constructivos que sean el motor de la empresa.

Por nuestra cabeza pasan miles de ideas al cabo del día, pero deberemos tener la capacidad de seleccionar aquellas que son potencialmente buenas, aprender a desarrollarlas teniendo en cuenta tanto los intereses de la empresa, como lo de los potenciales clientes.

Hay ideas buenas, malas, regulares etc. pero también hay, grandes errores que se convierten en grandes ideas. Si bien es verdad que hoy en día, tanto en la sociedad como en la empresa, está mal visto equivocarse, pese al famoso refrán que dice que “equivocarse es de sabios” casi siempre solemos asociarlo al fracaso y a la falta de profesionalidad. Si nos vamos al mundo de la creatividad, el “pensamiento lateral” se basa en la suma ilógica de errores que nos pueden llevar al resultado correcto y prueba de ello son los múltiples inventos que vinieron como consecuencia de grandes errores. Entre ellos Coca-Cola.

Cuando John Pemberton, farmacéutico de profesión, mezclaba varios ingredientes (hasta ahora desconocidos) para mitigar las náuseas y los dolores de cabeza, dio origen a esta bebida que se comercializó durante 8 años en farmacias, para venderse posteriormente como bebida gaseosa y pasar a ser la marca de refrescos más conocida del mundo.

En el mundo empresarial, muchas veces surgen dudas de porqué los esfuerzos en innovación no parecen conseguir ideas disruptivas que supongan un impacto en el mercado y crear ideas verdaderamente revolucionarias. La mayoría de las grandes empresas carecen de una teoría de la innovación que se traduzca en una metodología práctica para la producción de grandes ideas. Las ideas creativas no surgen de manera espontánea, sino que son consecuencia de una seria de asociaciones y conexiones que se han ido desarrollando en nuestra mente durante un tiempo considerable. La combinación de pensamientos procedentes de diversos conceptos y dominios (a veces no relacionados) da lugar a una solución totalmente nueva conocida como “Gran Idea”.

Cuando Albert Einstein descubrió la “Teoría de la Relatividad” no surgió de repente, fueron más de 7 años de estudios de sus predecesores, para una vez vista la idea clave, entonces trabajar en los detalles matemáticos concretos. En tan solo 5 semanas llegó al que posiblemente sería el mayor descubrimiento del s. XX: “la electromecánica de los cuerpos en movimiento”.

De aquí se traduce que las grandes ideas necesitan de todo un largo proceso de pensamiento que no tiene lugar en un momento y que es un requisito indispensable para que surja una idea genial e innovadora. Son los conocimientos y visiones los desencadenantes del pensamiento innovador.

En las empresas de debe mejorar y fomentar una metodología práctica que haga fomentar la capacidad de innovación. Hay que entender que los resultados dependen de las aportaciones. Invertir tiempo, dinero y esfuerzo en innovación sin crear primero una cartera de conocimientos es un ejercicio inútil. Deberemos de crear nuevas líneas de reflexión, nuevas tendencias, transformar la experiencia del cliente para que de ahí nos surjan buenas e innovadoras ideas.

Tendemos a pensar que va unida la capacidad creativa con las disciplinas artísticas, pero la creatividad va mucho más allá. Esa capacidad de generar nuevas ideas va innata en todas las personas, pero como si de un músculo se tratase, se debe de ejercitar y desarrollar. De lo contrario, se irá debilitando con el tiempo. Según vamos creciendo y educando nuestra conducta vamos desarrollando límites, reglas y fronteras de pensamiento que van limitando nuestra capacidad creativa. La sociedad implanta el miedo al ridículo, el miedo a ser apartado por pensar de manera diferente. Sin embargo, el pensar de manera diferente es un pilar básico en el desarrollo de la creatividad.

Las ideas son representaciones mentales de algo y surgen como solución a un problema. En el fondo, es una red de neuronas moviéndose en sincronía unas con otras y cuando se forma una nueva sincronía es cuando surge una nueva idea. Ahí es donde surge la innovación, la inspiración y es cuando aparece la iluminación creativa.

Por eso los ambientes colaborativos donde surgen intercambios de opiniones son nichos de verdaderos creadores de ideas, por ejemplo, los foros de la antigua Roma, los cafés de tertulianos, las residencias de estudiantes…y porque no, la sala de reuniones de una empresa.

Porque como dijo Mary Lou Cook: “la creatividad es inventar, experimentar, crecer, tomar riesgos, romper reglas, cometer errores y divertirse”

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